La actividad educativa fue su devoción y vocación, su entrega a la docencia, que ejerció por Barcelona, Zaragoza y en varios IES de localidades riojanas. Sus alumnos aún recuerdan su magisterio en la enseñanza de Lengua y Literatura; fue el IES Tomás Mingot el último centro donde ejerció como profesor, en apasionada defensa de literatura y del fomento de la lectura.
En su última etapa en el mundo de la política, García Aparicio empezó a compatibilizar sus responsabilidades públicas con una brillante trayectoria como escritor. En 1993, quedó finalista del prestigioso premio de novela Café Gijón con su obra 'En las telas de la memoria'; apenas un año después publicó 'El ojo fatigado de la luna', acogida con buenas críticas y una calurosa respuesta del público. Su brillante prosa dejaba el testimonio de su sólida formación literaria: era licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, donde hizo su tesina sobre el teatro de Antonio Buero Vallejo. Su última novela, 'La caja que suena', no la pudo presentar debido a su fallecimiento.
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