Con este articulo iniciamos una serie de escritos realizados por compañeros de Antonio García Aparicio donde se recoge opiniones, recuerdos, impresiones sobre el trabajo realizado en distintos ámbitos de actuacion como profesor, como compañero, como amigo, como Diputado, etc.
Este primer articulo que publicamos a continuacion, ha sido escrito por Concha Arribas, concejal portavoz socialista del Ayuntamiento de Logroño, Secretaria de Politica Municipal de la Agrupacin Socialista de Logroño y sobre todo profesora y compañera de trabajo en el IES de Antonio.
“Compañero del alma tan temprano"
M.
Hernández
La palabra nos ayuda a vivir. En todo momento la dulzura de las
palabras que Antonio García Aparicio pronunciaba, aportaban razones a los más
variados debates. Supo, como nadie establecer interrogantes; abrió las puertas
del conocimiento a infinidad de alumnos y alumnas que escuchaban con respeto
sus clases, siempre realizadas entorno a la palabra, suyas o de autor, escritas
u orales, daba igual, pero siempre desde las palabras; generó deseos de
aprender a través de su presencia, de su
conocimiento, de la imagen del gran conocedor de la literatura y de la vida…
Pero no es de su faceta de profesor de la que quiero hablar. Seguramente sus
antiguos alumnos, los que tuvieron el placer de caminar con él en la senda de
la reflexión literaria, sean sus mejores portavoces.
Deseo referirme al
compañero, al que caminó conmigo en la difícil tarea de educar, al compañero
que contribuyó a la reflexión educativa, al compañero que leía serenamente en
el Departamento de Lengua esperando la siguiente clase; al que ordenaba las
estanterías multicolores de saberes ancestrales en los que él se deleitaba, al
hombre afectivo, dialogante, respetuoso hasta el infinito,…. Resulta fácil
tomar aquellas palabras de uno de sus grandes amigos, A. Machado, al hombre “en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Esa es la imagen de Antonio, entrañable compañero.
Todos aprendimos con Antonio. Y compartiendo
tiempos de café o excursiones con alumnos, aprendimos el valor de la serenidad
necesaria en la docencia, de la reflexión precisa para definir aspectos
importantes de la educación de nuestros jóvenes, del debate constructivo.
Disfrutábamos de sus ligeras palabras garabateadas en folio con la tinta de
cualquiera de sus muchas plumas de escribir, o de su forma de señalar los
aspectos importantes en los libros. Leíamos con fluidez las páginas de sus
muchos manuscritos novelescos, debatíamos hasta la saciedad sobre la realidad
recreada en ellos. Aprendíamos siempre.
En este momento en el que
Antonio García Aparicio ya no volverá a estar con nosotros, queremos, en nombre
de todas las personas que disfrutan aprendiendo, entregar su nombre a nuestra
escuela de formación: su presencia, su letra, sus palabras estarán con todos nosotros
y permanecerán para siempre en el tiempo.
Concha Arribas